Por Andrés Emilio León Rodríguez | @lectorurbano
Coca ingresa al GreenHouse de la Avenida Argentina en Panamá y se acerca lentamente a la mesera del lugar. Le dice “hola vengo por…” y la interrumpen con “ah… usted viene por el disco”. Coca sorprendida insiste “eh… como sabe que vengo por eso” y le responden: me dijeron que vendría.
La mesera se va con una
sonrisa, le dice que espere un momento. Entra a la cocina y de ahí, saca el
nuevo disco de Carlos Méndez. Coca sorprendida, porque le dicen que el pago es
en efectivo (me cuenta que en Panamá todo se cancela con tarjeta de crédito),
suelta 20 dólares y ambas se dicen adiós. Coca sale con un sabor divertido del
lugar, mira el disco y se ríe pues no le dan factura, ni bolsita… y se lleva el
Mar desnudo al automóvil.
El disco me llegó después de 2
días, conservando aún ese olor a cocina, intimidad y frescura. Días antes le
había escrito al facebook de Carlos preguntando donde podía conseguirlo, ya que
en las tiendas solo se encontraba su primer álbum. Él respondió cálidamente con
una dirección y envió abrazos hasta Quito.
Curiosamente, pude escuchar
con atención todo el disco en Punta Blanca, playa donde me llevo todos las
cosas que quiero disfrutar con atención. Ahí, junto a la brisa comencé a
escribir la presente reseña y simplemente pensé que luego de un gran trabajo
realizado en “Depie” -donde me destacan canciones como Armonía, Normal y Cronológicamente-,
Carlos Méndez regresa ahora con Mar, un disco menos roquero que el anterior, en
donde se lo siente mucho más íntimo y cercano a sí mismo, a las cosas que tiene
que decir y cómodo con su forma de expresarlo. Por ahí el haber grabado gran
parte en Panamá ayudó (la vez pasada viajó a Buenos Aires para grabar con Tweety
González), pues se siente y escucha a un ser humano buscando los sonidos dentro
para luego plasmarlo en sus letras, en parte como sucede en Napito, el segundo
tema del disco que suena muy etéreo:
“Y dentro de mí hay un eterno
vacío y es mío,
desde que no estás empecé a
cantar y así te sigo.”
Simple es otro tema
emocionante que destaca por su melodía y letra reflexiva. La canción va
creciendo en cada esquina y me deja una frase muy cerca de la piel:
“Adentro tuyo todo es simple,
hay que encontrarse bien
Cuando todo es más tranquilo y
normal llega el silencio”
Carlos Méndez - Maqueta de la canción Simple
Mar es la cuarta canción del
disco. Y hago una parada especial. El tema tiene una sensibilidad brutal y
destaca por su dualidad. Carlos juega mucho con la letra y el tema puede ser
“leído” de 2 formas. Una canción abstracta con analogías sobre las
profundidades del ser humano y una melodía sencilla cantada a su hija, quien
tiene el mismo nombre que la canción y el disco. Me recuerda mucho a lo que me
generó en su momento el álbum doble Songs
in the Key of Life de Stevie Wonder, en donde a pesar de la presión de la disquera,
el gran músico estadounidense insistió que Isn't
she lovely arrancara con el llanto de su hija Aisha al nacer. En el caso de
Mar (que cierra con la vocecita de la hija de Carlos cantando el coro), la
marea sube con la aparición muy sencilla de loops, programación y una melodía
delicada de una guitarra que sin ganas de presumir, lanza al agua una serie de anclas
musicales que estabilizan el tema.
Me gustan mucho los arreglos
de Tweety en teclados, que sutiles, acompañan la voz de Carlos. Aquí hay otro
tema interesante: Su forma de cantar. El panameño me destaca porque no lo
siento un músico tan enfocado en lo técnico, o académico; es más bien fresco,
porque canta como quien decora con música la casa para su hija, alguien quien abre
las vísceras y dice “Hoy mis costas se llenan porque ha entrado el agua del
mar” o “y cuando estás riendo la casa se
llena de luz, tu madre está pensando que este tiempo queda con nosotros”.
Carlos Méndez - Mar
El artista continúa igual acercando
sus profundidades, expresando y afirmando de quien es este tiempo:
“Hoy mi acantilado me trae
nuevos tiempos
Y ha pasado el miedo, quedamos
viéndote llegar
Y si tú, te caes, te levantaré
mil veces”
Al final de la canción uno
queda sensible, teniendo muy claro que en este mundo sonoro que se construye, el
tiempo y cielo son de Mar.
Dakota es la siguiente canción
del disco, divertida, explosiva; perfecta para abrir las ventanas del auto y
escucharlo mientras el aire despeina todo, y las ideas vuelan entre el polvo.
Es interesante la estructura de este tema, que transcurre de manera progresiva,
acerca su letra a Lennon y le rinde tributo casi desde el Strawberry Fields Memorial:
“Crecerás en el suelo, como un
árbol que está a punto de nacer
Se abrirán las canciones que
golpean al humano tan adentro”.
Ventolina, la 6ta canción es
hermosa. Tiene una suavidad que ambienta la emoción de los vendavales: “Y una
extraña ventolina golpea sin cesar, nos trae tiempos felices, vientos celestes”.
Esta canción siempre la siento como hecha para pasar de sabor. Para preparar el
paladar de los oídos y acercarlos al siguiente tema.
Desayuno Chino es una gran
historia, en donde Carlos nos cuenta de gran manera en una mañana, reflexiones
y sentimientos de un momento. Me parece una de las mejores canciones del disco,
por las imágenes que propone y el acompañamiento armonioso. Tiene una melodía
imposible de olvidar, muy llena del mar de Panamá y del atrevimiento de calle:
“Mi día se llena repleto de
cosas
mi gente te toca, te tengo en
mi boca
en mi dirección, en mi
anatomía
en mi alma desnuda de noche y
de día
Sin miedo, con tiempo
sin mi awebazón de andar
desbocado
mirando a la luna, pendiente,
naciente, creciente
siempre resistente de lo que te
pueda pasar
Ojalá no te haga falta nada
Yo veo en tu mirada”
Carlos Méndez - Desayuno Chino - Ensayo
El siguiente tema es uno de
los preferidos desde el sentido musical. Los teclados de Tweety le suman un
sonido muy rico y por momentos las guitarras dejan de ser lo que más destaca para
que unos dedos rítmicos guíen todo. Carlos insiste y nos dice que se quedará
viendo todo, esta vez. Tiempos modernos muy bien expresados, él solo observa y
lo resume: “Tanta gente corriendo todos de repente, salir, entrar, ganar,
perder, sufrir, hablar de más, ay, estos son tiempos jodidos”.
Por otro lado, “los entierros”
es un gran cover del hit salsero compuesto por Tite Curet Alonso e interpretado
por Cheo Feliciano allá por el 79. En este caso, con un jazz subterráneo, rinde
tributo a un histórico tema panameño, vuelve a las raíces y propone.
Pasos, el último tema del
disco, fue compuesta por Ignacio Méndez. Aquí la familia se junta y le suma
algo delicado para cuando baja la marea.
Para el final dejo al primer
tema del disco. No necesariamente porque me parezca el mejor (sin embargo
pienso que es notable), sino porque fue la canción que me acercó a este nuevo
álbum. Con un video muy fiel al artista -dirigido por Ana Endara Mislov-,
Carlos se sube a un taxi y observa como un Nocturno vigilante, lo que pasa en
su ciudad.
“Hay un edificio platinado
cambiando el panorama de lo que antes había aquí
flores en el mar, gente buena, quitando la condena de este mundo que sin ti
hoy nos mira, me ven seguir…”
flores en el mar, gente buena, quitando la condena de este mundo que sin ti
hoy nos mira, me ven seguir…”
Carlos Méndez - Nocturno vigilante - video oficial
Debo destacar del disco su afinado arte, principalmente liderado e ilustrado por Ignacio y Nina Méndez. También resalto la fotografía Raphael Salazar y Jose Castrellón. Este gran álbum producido por Tweety González y masterizado por Daniel Ovie, fue grabado en Panamá en PTY Studios, excepto uno de los temas grabado en Insomnio Studios, más la grabación y voces en Buenos Aires en Tornasolado Estudio - El Pie, entre julio y septiembre de 2011.
Me pasa algo similar con lo
que mencioné sobre Jorge Drexler al inicio de la década pasada. Para mí, Carlos
Méndez es el músico a seguir. Lo que está haciendo es maravilloso, delicado,
transparente y honesto, algo muy profundo que va creciendo de a poco.
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