Saturday, January 12, 2013

David Byrne y la afirmación constante: “This must be the place”




  “Talking Heads fue una de las bandas más irónicas y cínicas y psycho-pop y etno-vanguardistas de todos los tiempos, mutando de disco a disco, orbitando desde las luces de la Nueva York yuppie/warholiana hasta las oscuridades rítmicas de cyber-Africa para casi acabar fundando, tal vez sin darse cuenta, los corrales del avanguard-country” 
Rodrigo Fresan


 

Por Andrés Emilio León Rodríguez | @lectorurbano


Siempre imaginé a David Byrne caminando, mirando hacia arriba. Cada vez que escucho las primeras canciones de Talking Heads y voy marcando la composición, lo imagino de nuevo, mirando New York, fijándose en los objetos de las personas, contando los edificios. Siempre he coleccionado ciertas pistas para pensar que tiene un poco de déficit de atención; me parece de esos sensibles que van recopilando lo que pueden para hacerlo saltar en pedazos -con una risa precisa- en un momento justo.

Cuando la banda comenzó a despegar, 1978 también se levantaba con fuerza. The Police tenía algunos éxitos. The Clash seguía muy pegado a las noticias y componiendo fuerte y Stevie Wonder venía consolidando un imperio alternativo de composiciones amorosas bañadas por un altísimo nivel de ejecución.


Talking Heads - Psycho Killer

Michael Jackson ya rondaba la esquina… pero en medio de todo esto, tímidamente las cámaras comenzaron a dar cierto espacio a una banda “nueva” y un poco extraña. Hacían un pop muy contagiante (las melodías de Byrne son casi perfectas en ese sentido) con arreglos interesantes y letras con un mensaje totalmente particular. No eran mensajes abiertos… en estas letras se podía leer la cabeza de alguien diferente, reconstruyendo toda disrupción.

Un ejemplo de esto, es “Dont worry about the Goverment”, en donde Byrne va contándonos su experiencia del crecimiento de la industria de la construcción en su país, poblado de edificios para elegir. Algo que siento a veces, es que mientras varias bandas de la época profundizaban en sus temáticas sobre política, Talking Heads se metía sobre como se sentía la gente en medio de todo el desorden ciudadano, histórico, de una época de avance. La banda enfocó de esta manera su primer disco. Una gran fiesta desordenada llamada “Talking Head:77”.


Talking Heads - Don't Worry About the Government


Luego de idas y venidas de varios nombres, la banda se juntó con el productor Brian Eno, esperando darle más fuerza al sonido y experimentación que querían lograr. El ingles tenía a su favor el gran trabajo desplegado con David Bowie y Roxy Music. Lo mejor de esta unión quedó plasmado en Remain in Light (1980) -del cual destaca la progresiva “Once in a Lifetime”-, influenciado principalmente por el Afro-Beat de la banda Nigeriana Fela Kuti. Byrne quedaría para siempre adicto a la “música del mundo” y desde ahí el concepto de “home” que había abordado en “This must be the place (naive melody)” grabada en el 83, se iría ampliando más allá de cualquier pared o continente.


Talking Heads - This must be the place


La necesidad de experimentación llevó a Byrne y el resto de la banda a jugar mucho en los otros discos. Sin embargo, luego de añadir un corto periodo de silencio, en el 88 nació “Luaka Bop”, sello disquero para promover el World music (que impulsó en USA las carreras de artistas tan diversos como Silvio Rodríguez y los Amigos Invisibles), con el que se dio el lujo de lanzar su primer disco solista llamado “Rei Momo”.

Rei Momo fue toda una revelación -para mi, ¡es una de las propuestas más intrépidas realizadas por un escocés!-. Era una especie de respuesta de Byrne para Graceland de Paul Simon. Sin embargo, acá, el ex integrante de Talking Heads rompía cualquier expectativa al asociarse a los productores Willie Colón, Johnny Pacheco y Andy González (Fania) para comenzar a experimentar con la Salsa, Merengue, Samba y otros ritmos latinos. Inclusive se dio el gusto de invitar y cantar a dúo con Celia Cruz, para lograr “Loco de amor”, una de las mejores canciones del disco. Sin embargo, el hit principal tiene nombre: “Dirty old town”, en donde el compositor vuelve a ver a su ciudad de siempre, pero esta vez se detiene para resaltar los detalles desde otros ojos, matizados por otro sabor: “Well, there are sixteen people in Danny's apartment, sixteen people are living in there”. Siempre bromeo diciendo que Danny debería ser parte de la numerosa banda que acompaña al compositor en vivo… de esa interacción seguramente nació la historia.


David Byrne - Dirty Old Town


Los trombones pueblan los sonidos y el cabello de David se despeina en cada ejecución. Pero a pesar de tanta diversión y aprendizaje (para mi Willie Colón sigue siendo como una especie de Mc Cartney), el hogar siempre agarra nuevos colores. Y con su ejército de ojos diversos se fue a probar nuevas visiones, en donde lo que más destacó fue su trabajo con Marisa Monte, grabando un tema de Antonio Carlos Jobim (Waters of March), o su participación en trabajos interesantes de música electrónica, además de coverear de manera memorable algunos de sus hits de los 80, como lo realizado con “Memories can´t wait” -en donde suma un cuarteto y una corista impresionante-, sobre la cual Moby siempre comentó que era “la mejor canción sobre drogas” que había experimentado.


David Byrne - Memories can't wait


Ahora, Talking Heads forma parte del salón de la fama. Sus integrantes inclusive han participado de trabajos atractivos como es el caso de Chris Frantz y Tina Weymouth, quienes fueron productores de “Rey Azucar” de los Fabulosos Cádillacs, disco que contiene el éxito “Mal bicho”; e integran desde el 2001, la banda “animada" Gorillaz, junto al líder de Blur, Damon Albarn.


David Byrne sigue dando vueltas. Metido en la tecnología, se encarga de componer música para películas y se ha dado tiempo hasta para convertir un edificio en un instrumento musical -mirar-.


Fiel a su estilo que describe en "Road to nowhere", continúa escribiendo, componiendo, actuando, produciendo, viajando, descubriendo y apoyando a artistas diferentes, que de una u otra forma forman parte de los alicientes que lo ayudan a continuar decorando su ideal de hogar, ese que se nutre cada día, de música, con la gente adecuada, la dosis perfecta de sorpresa, abrazos e inmortalidad.


La Portuaria y David Byrne - Hoy no le temo a la muerte

Thursday, January 03, 2013

Las profundidades de Carlos Méndez


Por Andrés Emilio León Rodríguez | @lectorurbano

Coca ingresa al GreenHouse de la Avenida Argentina en Panamá y se acerca lentamente a la mesera del lugar. Le dice “hola vengo por…” y la interrumpen con “ah… usted viene por el disco”. Coca sorprendida insiste “eh… como sabe que vengo por eso” y le responden: me dijeron que vendría.

La mesera se va con una sonrisa, le dice que espere un momento. Entra a la cocina y de ahí, saca el nuevo disco de Carlos Méndez. Coca sorprendida, porque le dicen que el pago es en efectivo (me cuenta que en Panamá todo se cancela con tarjeta de crédito), suelta 20 dólares y ambas se dicen adiós. Coca sale con un sabor divertido del lugar, mira el disco y se ríe pues no le dan factura, ni bolsita… y se lleva el Mar desnudo al automóvil.


El disco me llegó después de 2 días, conservando aún ese olor a cocina, intimidad y frescura. Días antes le había escrito al facebook de Carlos preguntando donde podía conseguirlo, ya que en las tiendas solo se encontraba su primer álbum. Él respondió cálidamente con una dirección y envió abrazos hasta Quito.




Curiosamente, pude escuchar con atención todo el disco en Punta Blanca, playa donde me llevo todos las cosas que quiero disfrutar con atención. Ahí, junto a la brisa comencé a escribir la presente reseña y simplemente pensé que luego de un gran trabajo realizado en “Depie” -donde me destacan canciones como Armonía, Normal y Cronológicamente-, Carlos Méndez regresa ahora con Mar, un disco menos roquero que el anterior, en donde se lo siente mucho más íntimo y cercano a sí mismo, a las cosas que tiene que decir y cómodo con su forma de expresarlo. Por ahí el haber grabado gran parte en Panamá ayudó (la vez pasada viajó a Buenos Aires para grabar con Tweety González), pues se siente y escucha a un ser humano buscando los sonidos dentro para luego plasmarlo en sus letras, en parte como sucede en Napito, el segundo tema del disco que suena muy etéreo:

“Y dentro de mí hay un eterno vacío y es mío,
desde que no estás empecé a cantar y así te sigo.”

Simple es otro tema emocionante que destaca por su melodía y letra reflexiva. La canción va creciendo en cada esquina y me deja una frase muy cerca de la piel:

“Adentro tuyo todo es simple, hay que encontrarse bien
Cuando todo es más tranquilo y normal llega el silencio”


Carlos Méndez - Maqueta de la canción Simple

Mar es la cuarta canción del disco. Y hago una parada especial. El tema tiene una sensibilidad brutal y destaca por su dualidad. Carlos juega mucho con la letra y el tema puede ser “leído” de 2 formas. Una canción abstracta con analogías sobre las profundidades del ser humano y una melodía sencilla cantada a su hija, quien tiene el mismo nombre que la canción y el disco. Me recuerda mucho a lo que me generó en su momento el álbum doble Songs in the Key of Life de Stevie Wonder, en donde a pesar de la presión de la disquera, el gran músico estadounidense insistió que Isn't she lovely arrancara con el llanto de su hija Aisha al nacer. En el caso de Mar (que cierra con la vocecita de la hija de Carlos cantando el coro), la marea sube con la aparición muy sencilla de loops, programación y una melodía delicada de una guitarra que sin ganas de presumir, lanza al agua una serie de anclas musicales que estabilizan el tema.

Me gustan mucho los arreglos de Tweety en teclados, que sutiles, acompañan la voz de Carlos. Aquí hay otro tema interesante: Su forma de cantar. El panameño me destaca porque no lo siento un músico tan enfocado en lo técnico, o académico; es más bien fresco, porque canta como quien decora con música la casa para su hija, alguien quien abre las vísceras y dice “Hoy mis costas se llenan porque ha entrado el agua del mar” o  “y cuando estás riendo la casa se llena de luz, tu madre está pensando que este tiempo queda con nosotros”.



Carlos Méndez - Mar


El artista continúa igual acercando sus profundidades, expresando y afirmando de quien es este tiempo:

“Hoy mi acantilado me trae nuevos tiempos
Y ha pasado el miedo, quedamos viéndote llegar
Y si tú, te caes, te levantaré mil veces”

Al final de la canción uno queda sensible, teniendo muy claro que en este mundo sonoro que se construye, el tiempo y cielo son de Mar.


Dakota es la siguiente canción del disco, divertida, explosiva; perfecta para abrir las ventanas del auto y escucharlo mientras el aire despeina todo, y las ideas vuelan entre el polvo. Es interesante la estructura de este tema, que transcurre de manera progresiva, acerca su letra a Lennon y le rinde tributo casi desde el Strawberry Fields Memorial:

“Crecerás en el suelo, como un árbol que está a punto de nacer
Se abrirán las canciones que golpean al humano tan adentro”.

Ventolina, la 6ta canción es hermosa. Tiene una suavidad que ambienta la emoción de los vendavales: “Y una extraña ventolina golpea sin cesar, nos trae tiempos felices, vientos celestes”. Esta canción siempre la siento como hecha para pasar de sabor. Para preparar el paladar de los oídos y acercarlos al siguiente tema.

Desayuno Chino es una gran historia, en donde Carlos nos cuenta de gran manera en una mañana, reflexiones y sentimientos de un momento. Me parece una de las mejores canciones del disco, por las imágenes que propone y el acompañamiento armonioso. Tiene una melodía imposible de olvidar, muy llena del mar de Panamá y del atrevimiento de calle:

“Mi día se llena repleto de cosas
mi gente te toca, te tengo en mi boca
en mi dirección, en mi anatomía
en mi alma desnuda de noche y de día

Sin miedo, con tiempo
sin mi awebazón de andar desbocado
mirando a la luna, pendiente, naciente, creciente
siempre resistente de lo que te pueda pasar

Ojalá no te haga falta nada
Yo veo en tu mirada”

Carlos Méndez - Desayuno Chino - Ensayo

El siguiente tema es uno de los preferidos desde el sentido musical. Los teclados de Tweety le suman un sonido muy rico y por momentos las guitarras dejan de ser lo que más destaca para que unos dedos rítmicos guíen todo. Carlos insiste y nos dice que se quedará viendo todo, esta vez. Tiempos modernos muy bien expresados, él solo observa y lo resume: “Tanta gente corriendo todos de repente, salir, entrar, ganar, perder, sufrir, hablar de más, ay, estos son tiempos jodidos”.


Por otro lado, “los entierros” es un gran cover del hit salsero compuesto por Tite Curet Alonso e interpretado por Cheo Feliciano allá por el 79. En este caso, con un jazz subterráneo, rinde tributo a un histórico tema panameño, vuelve a las raíces y propone.

Pasos, el último tema del disco, fue compuesta por Ignacio Méndez. Aquí la familia se junta y le suma algo delicado para cuando baja la marea.


Para el final dejo al primer tema del disco. No necesariamente porque me parezca el mejor (sin embargo pienso que es notable), sino porque fue la canción que me acercó a este nuevo álbum. Con un video muy fiel al artista -dirigido por Ana Endara Mislov-, Carlos se sube a un taxi y observa como un Nocturno vigilante, lo que pasa en su ciudad.

“Hay un edificio platinado cambiando el panorama de lo que antes había aquí
flores en el mar, gente buena, quitando la condena de este mundo que sin ti
hoy nos mira, me ven seguir…”


 Carlos Méndez - Nocturno vigilante - video oficial


Debo destacar del disco su afinado arte, principalmente liderado e ilustrado por Ignacio y Nina Méndez. También resalto la fotografía Raphael Salazar y Jose Castrellón. Este gran álbum producido por Tweety González y masterizado por Daniel Ovie, fue grabado en Panamá en PTY Studios, excepto uno de los temas grabado en Insomnio Studios, más la grabación y voces en Buenos Aires en Tornasolado Estudio - El Pie, entre julio y septiembre de 2011.




Me pasa algo similar con lo que mencioné sobre Jorge Drexler al inicio de la década pasada. Para mí, Carlos Méndez es el músico a seguir. Lo que está haciendo es maravilloso, delicado, transparente y honesto, algo muy profundo que va creciendo de a poco.